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Cuando el amor engendra lágrimas


A mis cuarenta y seis, fue difícil superar mis limitaciones cognitivas en base a lecturas y hablar despacio, aunque a veces aparece mi asperger.

 

Nunca he amado a nadie, como tampoco he sido amado. Hace unos años, antes de empezar una relación le revelé que soy soberanamente celoso y condenadamente prejuicioso. A pesar de mi confesión, nos besamos.

 

Poco después le pedí terminar, y ella dijo, enamorados o mortales enemigos. Como soy amante de la paz, continuamos.

 

Ahora que anhelo mi apacible soledad, le ruego terminar. Con fiereza y lágrimas, argumenta que la he hecho perder su tiempo y me demanda un alto resarcimiento económico que no poseo, de lo contrario arruinará mi vida. ¿Qué haré?

 

Vivo una espantosa pesadilla.

 

Ironías del amor

"Luego de siete años de noviazgo, fijamos la fecha de nuestra boda. Pasado una semana, en medio de mi extrema felicidad, mi novia me abandonó".

 

Dos meses después, en su cumpleaños se casó con un doctor divorciado, que era su compañero de trabajo.

 

Eso fue el 2015. Desde entonces mi vida se ha terminado. Abandoné la universidad donde yo era profesor y hoy deambulo ligero de equipaje sin frío ni calor.

 

Anoche, ante mi asombro, junto al pantano donde vivo, ella se acercó y sollozando me dijo, “¡Me casé con el hombre equivocado, pero me divorcié porque te amo!”.

 

Ahora que estoy a punto de extraviarme en el camino y no sé si es real o un sueño

 

¿Qué debo hacer, si aún la amo como nadie imagina?

 

Todo lo que se hace se paga

 

El domingo, fui al concurrido Parque de la Exposición. Con una moneda falsa, compré flores a un niño y feliz de mi hazaña, esperaba a mi novia.

 

De pronto, apareció una loquita morena y fornida. Miraba desesperadamente a todas las personas, al verme gritó, ¡con este me quedo!, abalanzándose me abrazó poderosamente.

 

Estupefacto y preso de nervios, luchaba para deshacerme ante las miradas y carcajadas de la plebe. Apareció mi novia, al verme forcejear, me lanzó el helado de caqui que siempre solía traerme y se marchó echándome maldiciones. Ahora, soy famoso en las redes sociales por el ridículo y mi corazón, llora por mi último amor.

 

La muchacha que dormía

 



F
iel a la literatura, tembloroso y con miedo aterrador, escribo algo que ya había soñado.

 

La medianoche del sábado, abordé un bus proveniente del norte y me acomodé junto a una muchacha que dormía.

 

Al amanecer, la muchacha continuaba durmiendo y la curiosidad me motivó saludarla. Mientras tocaba su hombro para despertarla, algunos pasajeros nos fotografiaron. Creí que lo hacían, confundiéndome con un artista por mi frondosa y ensortijada cabellera.

 

Bajé del Bus y con cierta vanidad me hice una cola y abordé un taxi rumbo al Colca para encontrarme con mi novia. De pronto, el taxista empezó maldecir al asesino que abandonó a su víctima en el bus y, mostraba las redes sociales donde yo aparecía.  

 

Prestamente bajé y, con extraña serenidad me perdí entre un rebaño de soñolientos policías. Ahora, ¿A dónde huiré? ¿Acaso es una pesadilla? ¿O simplemente es una broma de la noche de los muertos?

El loco de la huaraca

 




Para comprometernos, mi novia y yo viajamos a Huamatambo, un pintoresco pueblito andino. Al llegar, asombrados vimos a toda la gente prosternarse y llorar de miedo del loco de la huaraca. Nos reímos, ¿Cómo es posible que tengan miedo a un demente? Luego de mofarnos, equipados con ración semanal, besuqueándonos partimos a recorrer la comarca.

 

Sin importarnos esos lloriqueos, dimos rienda suelta a nuestro loco amor. Fueron los días más felices y miserables de nuestras vidas. El séptimo día, cuando nos disponíamos partir, fuimos violentamente atacados con piedras desde lejos, al comienzo lo tomé por broma, al ver que las piedras no cesaban, nos refugiamos en la enorme cueva.

 

Así fuimos sitiados. Mi novia lloraba desconsoladamente. En vigilia angustiante y sin comida sobrevivimos los próximos siete días. Nos prosternábamos y con miedo indescriptible orábamos al dios de las aguas. Una lluvia torrencial nos salvó. Una multitud llegó a socorrernos.  

 

Desde el nosocomio, tembloroso escribo este blog, recordando a mi novia que se ha marchado. Dicen que el loco, es un muchacho que perdió la razón cuando fue abandonado por su novia y ahora, deambula por las andes con su legendaria huaraca.

Mi extraña amiga del sueño

 

Un súbito ladrido me despertó en la madrugada. Tembloroso deslicé la improvisada cortina sobre el acantilado que nunca me atreví saltar y resignado, fui hacia la puertezuela de lienzo, al abrir nuevamente estaba Claudia.

Acaricié su belleza como tantas veces y ella, sin resentimiento me correspondió con más cariño, como cuando nos conocimos en el parque. Temiendo no contentar sus refinadas exigencias, al mediodía fuimos al mar, huimos de una jauría de perros y con trampas volví abandonarla en el parque donde supongo es feliz.

 

Abatido y culpando mi extraña forma de vida, retorné al acantilado. Al anochecer de luna llena, entre hojas secas y espinas venenosas, dormitando escuché unos ladridos hasta transformarse en lúgubres aullidos. Ahora que escribo este Diario, me pregunto, ¿Fue un sueño o simplemente existe Claudia?

 

© David Auris Villegas. Escritor, poeta, columnista y pedagogo peruano. Teórico de la educación alternativa para el desarrollo sostenible.

La disyuntiva



 Ahora mis habituales visitas, incluyen cines, cementerios, museos, parques y algunas silenciosas bibliotecas donde por casualidad encontré un extraño y sombrío libro amarillento de hojas descoloridas, escrita por un despistado escritor anglosajón de apellido impronunciable que atrevidamente clasificaba al homos sapiens sapiens en: intelectuales, dedicados a husmear y analizar hermenéuticamente nuestro grandioso pasado y sueñan con un apasionante futuro, olvidando hacer guiños al presente; los inteligentes orgánicos, destellan su brillante historia colmado de éxito y emocionados planifican su grandioso mural de resplandeciente futuro y los felices, pese a compartir un irreversible pasado y esperar un mañana casi inexiste, sencillamente viven el momento.


Lejos de concluir la lectura, intrigado, desolado y confundido entre el limbo de la desesperación de saber quién soy -¿Tal vez un intelectual? ¿Un hombre feliz o inteligente?- abandoné el libro.

Confundidos abrazos.

El campanazo del adiós


 Al despertar, me lavé los dientes con champú, enfundándome dentro de los trapos y botas pintados de marrón, acaricié mi prometedora nariz al pie del puente hecho de fangos y recuerdos, murmuré bajito contra los libidinosos sueños que traen desgracias y ligero de equipaje partí al sur, ¿quién sabe a qué?.

 
Prometí volver mientras leía, de Animales a Dioses, irónico título que al ingresar al Facebook había desaparecido mi amor bucólico de cabellera ensortijada, haciendo añicos mi inesperada ilusión de besar cada mañana, _tanta suerte me sorprendía.

Sumiendo todo mi ser a una devastadora tristeza, amenazando a los dioses e inundado de lágrimas, decidí escribir este blog como catarsis, para sobrevivir una vez más a las adversidades del destino, llamándolo sencillamente, diarios de un vagabundo, pues, ¿qué sucederá mañana?

Tal vez alguna diosa decepcionada acabe con mi ligero destino o, bese las manos doradas de alguna princesa que aún me espera en algún lugar del planeta.